El mito del desarrollo
Países inviables en el siglo XXI
Oswaldo de Rivero
Fondo de Cultura Económica, Lima, 2001
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Cap. VI La búsqueda de El Dorado

PENSAR LO IMPENSABLE

Los teóricos que elucubran sobre la riqueza de las naciones y los tecnócratas que se especializan en elaborar proyectos para elevar la producción y los niveles de vida pueden caer en el error diseñando modelos de desarrollo, pero jamás dudan sobre la posibilidad misma del desarrollo. Para ellos, pensar sobre 1a imposibilidad del desarrollo es pensar lo impensable.

La certitud sobre el desarrollo ha hecho que inclusive se les cambie el nombre a los países pobres. Antes de que surgieran las teorías del desarrollo, los países pobres que no habían pasado por la revolución industrial capitalista se llamaban países atrasados. Luego, en los años cincuenta, cuando comenzaron las teorías del desarrollo, se les denominó países subdesarrollados. Más tarde, en los años sesenta, se inventó el término en vías de desarrollo porque esto indicaba que estaban en la senda del alto nivel de vida. Sin embargo, este término connotaba todavía cierta incertidumbre sobre si los países llegarían o no al final de la senda. Entonces, el término se perfeccionó por el de países en desarrollo. Con esta nueva terminología se despejó toda duda, los países estaban en desarrollo, es decir, en el camino del progreso material y de los altos niveles de vida. Eran como especies que estaban replicando genéticamente a los países industrializados, que eran sus antepasados en la historia del progreso mundial. El desarrollo se reflejaba así como un proceso natural, como una certitud evolutiva darwiniana. Los países atrasados están en desarrollo, desenvolviendo esa potencialidad genética de cualquier Estado-Nación para convertirse en una sociedad con altos niveles de vida. El mito del desarrollo había nacido.

El desarrollo ha sido uno de los mitos más persistentes de toda la segunda mitad del siglo XX. Los teóricos, expertos y políticos han estado convencidos de que el desarrollo económico y social es un proceso consustancial a todos los Estados-Naciones, que sólo es necesario aplicar las teorías y las políticas correctas y los países pobres comenzarán a crear riqueza hasta convertirse en sociedades con altos niveles de vida, como las que tienen ahora tan solo las 24 democracias capitalistas industrializadas. Por espacio de medio siglo, más de 150 países han ensayado ideologías y sistemas económicos y sociales buscando el desarrollo como si fuera El Dorado, pero el desarrollo se ha mostrado tan elusivo como aquella quimera de los conquistadores.

El origen del mito del desarrollo se nutre de la ideología del progreso de nuestra civilización occidental; ideología que se originó en el Siglo de las Luces, pero que fue más tarde propulsada estruendosamente por la Revolución Industrial. En efecto, el maquinismo demostró una capacidad antes desconocida por las sociedades agrícolas para crear riqueza suficiente y eliminar por primera vez grandes porcentajes de pobreza en las sociedades nacionales. Además, esta ideología del progreso se reforzó con la concepción narcisista de la teoría de la evolución darwinista, que proc1amó implícitamente que la especie humana era la más apta de todas las especies del planeta por su capacidad para adaptarse a cualquier media natural y lograr siempre progreso.

Con el evolucionismo industrial nació el convencimiento de que cualquier sociedad puede crear ciencia, tecnología e industria y progresar sin límites. Así como los australopitecus progresaron hacia homos habilis -que usaron herramientas-, luego hacia homos erectus -que crearon el fuego-, y más tarde hasta homos sapiens -creadores de lenguaje y cultura-, también las sociedades rurales pueden progresar de sociedades de productos agrícolas hacia sociedades industrializadas y finalmente convertirse en sociedades sapiens postindustriales de conocimientos intensivos y bienestar perpetuo. La certitud de esta predicción evolutiva darwinista-industrial del siglo XIX fue además consolidada durante el siglo XX por un torrente de invenciones que han dado origen a un optimismo epistemológico que nos lleva a pensar que todos los problemas se pueden resolver por la ciencia y la tecnología. Si no hay solución para algún problema, esto es solo momentáneo, porque es casi seguro que se inventará la tecnología que lo resolverá. No hay duda, entonces, sobre el progreso científico material y sobre su relación con la felicidad humana.

Dentro de esta ideología de la felicidad por el progreso material, ya a fines del siglo XVIII, Adam Smith describía las etapas para lograr la riqueza de las naciones. Explicaba como las sociedades cazadoras y recolectoras podían evolucionar hacia sociedades pastorales y agrícolas, para terminar como sociedades manufactureras y mercantiles. Karl Marx, otro gran ideólogo de la felicidad de la humanidad a través del progreso material, pensaba también con este mismo reflejo evolucionista de Smith. El progreso material de la humanidad se va logrando por el paso del feudalismo al capitalismo y luego por el paso del capitalismo al comunismo, con lo cual termina la historia y nace la felicidad perpetua. Aquí Marx coincide con el neoliberal Francis Fujiyama, que considera que hoy la historia ha terminado con el triunfo del capitalismo global.

Uno de los grandes propulsores modernos del mito del desarrollo fue el profesor Walter Rostow del Instituto tecnológico de Massachusetts, quien en 1960 fascinó a todas las tecnocracias con su famosa obra sobre las etapas del crecimiento económico. Según Rostow, los países evolucionan de una sociedad tradicional a las etapas de acumulación y despegue, hasta llegar a la etapa final del gran consumo en masa, que no es otra cosa que el desarrollo. La ecología no cuenta para nada en este proceso, es otra materia prima más que se consume en la marcha hacia el progreso y la felicidad. Después de Rostow, todos los tecnócratas estuvieron convencidos de poder lograr el desarrollo. Solo tenían que saber aplicar las teorías y políticas correctas, crear valor agregado, acumular, despegar y consumir en masa. Se trataba de saber reproducir en el menor tiempo histórico posible el proceso de desarrollo de Europa y Estados Unidos. Desde entonces hemos visto muchos "despegues", pero pocos casos de desarrollo nacional. Se dijo hace 20 años que el Brasil estaba en despegue, que era una de las futuras potencias mundiales; luego, hace algunos años, estuvo de moda México y la India. Luego vino la moda de los países "emergentes" de Asia; hoy, solo queda de moda el despegue de China, un país de 1,200 millones de habitantes, donde tan solo 300 millones tienen un nivel de vida para poder ser consumidores en la economía global.

Lo cierto es que en los últimos 30 años, solamente dos pequeños países, Corea del Sur y Taiwán, han logrado salir de la agricultura hacia sociedades industrializadas avanzadas tecnológicamente, venciendo la pobreza generalizada y elevando los niveles de vida hasta crear una mayoritaria clase media, pero con niveles democráticos, culturales, científicos y sociales muy por debajo de Europa y los Estados Unidos.

Otros dos territorios, calificados por los gurús del desarrollo como Newly Industrialized Countries (NICs), Hong Kong y Singapur, que también se han acercado a los niveles de vida de las democracias capitalistas desarrolladas, no son verdaderos Estados-Naciones sino pequeñas Ciudades-Estados cuyo desarro1lo no planteó los enormes problemas de elevar los niveles de vida en vastos territorios con una incontenible explosión demográfica-urbana, como es el caso de la mayoría de los países subdesarrollados. A fines del siglo XX, cuando el subdesarrollo es la característica de la mayoría de los Estados-Naciones del planeta, y el consumo en masa y la degradación ecológica son el resultado del progreso de una minoría de países industrializados, no dejan de ser pertinentes las palabras de Rabindranath Tagore: "Progreso para quienes?... progreso hacia qué?"

Durante la Guerra Fría, el mito del desarrollo se expresaba básicamente por dos modelos rivales: el comunista y el capitalista, ambos ecológicamente no sustentables. Hoy que ha colapsado el comunismo por haber reemplazado el mercado por una planificación central de la escasez, está emergiendo un capitalismo global que va hasta el extremo de convertir al mercado en una suerte de ley natural suprema, éticamente neutra, como la ley de gravedad, que prescinde de los aspectos sociales y ecológicos y a la que hay que someterse con resignación. Este modelo, el único que ahora expresa el mito del desarrollo, intenta a través de su globalización replicar sociedades capitalistas modernas en la mayoría de los países subdesarrollados. Sin embargo, la explosión de prosperidad esperada con el triunfo del capitalismo no está haciéndose realidad como se suponía. La historia no ha terminando, al contrario, se está complicando, porque lo que está aconteciendo es la exclusión de grandes sectores de la población mundial de la economía global, debido a un proceso de selección darwiniana del mercado y la tecnología moderna que van prescindiendo de las materias primas y de la mano de obra abundante, que son las únicas ventajas que tenían la mayoría de los países llamados en desarrollo.

Sin embargo, el mito del desarrollo, por tener connotaciones casi religiosas de esperanza y salvación de la pobreza, es invulnerable a la experiencia de los últimos 40 años, que nos dice que la mayoría de los países no se han desarrollado. La naturaleza mítica del desarrollo hace que los políticos en las sociedades pobres continúen insistiendo en "cerrar la brecha" que las separa de las sociedades industrializadas capitalistas, tratando de replicar sociedades de consumo nacionales infinanciables e insustentables.

El mito del desarrollo está tan impregnado en nuestra civilización que se ha llegado inclusive a esplendidas actitudes voluntaristas internacionales, como ha sido la proclamación por las Naciones Unidas del Derecho al Desarrollo, es decir, el derecho de todos los Estados subdesarrollados a tener niveles de vida y patrones de consumo como los de los Estados industrializados. Este derecho, reconocido en Declaraciones de las Naciones Unidas, en verdad no tiene nada que ver con la posibilidad real de hacerse efectivo. Su hipotética realización con los actuales modelos de consumo provocaría una catástrofe ecológica planetaria

Fuera de las salas de conferencias de la Naciones Unidas, en el mundo real existen países sin capacidad de "cerrar la brecha" con los países industrializados, inclusive con las más libérrimas políticas económicas y la más abundante y exquisita cooperación internacional. El llamado mundo en desarrollo está plagado de países que no cuentan con una moderna clase capitalista, tampoco cuadros científicos y técnicos que puedan utilizar la liberalización de la economía y la ayuda exterior para modernizar la economía y hacerla globalmente competitiva. Países donde el crecimiento explosivo de su población urbana está produciendo enormes porcentajes de pobreza, desempleo, fracturas sociales y asimismo déficit en alimentos, energía y agua, que son los recursos mínimos para que exista una sociedad organizada, un genuino Estado-Nación.

También en el mundo real las relaciones internacionales son darwinianas. Revolución tecnológica y explosión demográfica se contradicen, produciendo desproletarización y desmaterialización de la producción al utilizar menos mano de obra y materias primas de los países subdesarrollados. El ajuste estabilizó con grandes sacrificios sociales las economías pobres, pero no vinieron inversiones transnacionales necesarias para modernizar tecnológicamente la producción y las exportaciones. La economía global demanda, cada vez más, productos y servicios con alto contenido tecnológico, mientras que las economías subdesarrolladas siguen entrampadas como especies no aptas en una producción poco transformada y sin mutación tecnológica. El nuevo poder de las empresas transnacionales impulsa sin tregua la globalización, abriendo mercados con patrones de consumo ecológicamente no sustentables y haciendo importar más a los países pobres, aumentando así su déficit externo y su deuda, sin efectuar inversiones productivas que permitan modernizar a estos países para que puedan competir en la economía global del siglo XXI.

La ayuda internacional, hija del mito del desarrollo, es paradójicamente el más claro testimonio del No desarrollo. Durante casi medio siglo, las Naciones Unidas, Potencias Industrializadas, Agencias Especializadas, Organizaciones Financieras Internacionales, Organizaciones No Gubernamentales e Instituciones Humanitarias, han ensayado un sin número de políticas, estrategias, programas, proyectos de desarrollo y han transferido cientos de billones de dólares en créditos, asistencia técnica, equipos y donaciones. Una parte de esta enorme masa de recursos se ha reciclado a través de ayuda atada, otra parte se ha perdido en los corredores de la corrupción, y solamente una modesta corriente de este torrente de recursos ha ido a mitigar la pobreza.

La cruda realidad es que hoy nadie sabe como llegar a El Dorado. Los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres en todos los países. Unas 300 personas billonarias tienen ingresos iguales a más de 2,000 millones de personas que representan el 45 % de la población mundial. Los individuos que pueden consumir productos y servicios de la economía global son solamente 1,800 millones; el resto de la población del mundo, unos 4,000 millones, mira vitrinas. En casi 100 países pobres, la renta per capita real no aumenta desde hace 15 años

Si las presentes tendencias se mantienen en el año 2020 -nada nos dice que van a cambiar-, la población mundial será de unos 8 mil millones. La gran mayoría de ella, unos 6,600 millones, vivirá en el mundo subdesarrollado, donde existirán 3 mil millones de pobres, más de 840 millones sufrirán hambre y cientos de millones estarán desempleados y subempleados. También 2,500 millones no contarán con vivienda apropiada y unos 2 mil millones no tendrán acceso al agua y a la energía comercial. La gran mayoría de estos marginales vivirá en más de 550 ciudades de más de un millón y unas 20 megalópolis con más de 10 millones, caóticas, contaminadas, llenas de desempleados y plagadas por la delincuencia. Los prolegómenos de esta pesadilla son hoy verificables visitando Lima, Sao Paulo, Bogotá, Lagos, Cairo, Dakar, Nairobi o Nueva Delhi.

A pesar de estas tendencias, que se pueden verificar hoy viajando por el llamado mundo en desarrollo, han sido notables durante la década de los noventa las predicciones color rosa del Banco Mundial, del FMI y de muchos círculos económicos especializados sobre el futuro promisorio del llamado mundo "en desarrollo" o "mercados emergentes". Poseídos por el mito del desarrollo, siempre tienen la costumbre de pronosticar Dorados, crear países milagrosos, futuras potencias económicas. Hace unas décadas era el Brasil, luego fue México, hay es la China, mañana puede ser Turquía. Recuperaciones económicas sin modernización tecnológica y precarias, como la del Perú, Argentina o Ghana, se califican como "milagros". Luego suceden las debacles, pero en esos momentos ya están pronosticando otros milagros nacionales.

En sus análisis insuflan que el crecimiento de China o de los NICs asiáticos es replicable en los demás países, inclusive en el África. Están convencidos de que el actual proceso de globalización crean prosperidad mundial. Comentan y anuncian despegues, milagros económicos, elogian onerosas refinanciaciones de las deudas externas, se extasían ante los altos crecimientos del PNB. Sin embargo, poco dicen sobre los comportamientos caóticos mundiales que están emergiendo, como la creciente contradicción entre revolución tecnológica y explosión demográfica, entre exportación primaria y desmaterialización de la producción industrial, o entre patrones de consumo globales no sustentables y la baja producción mundial de alimentos, la escasez de agua mundial y el cambio climático del planeta.

El FMI Y el Banco Mundial fallaron en percibir las mayores debacles financieras del siglo XX: la crisis de la deuda de América Latina, la insolvencia de México, la bancarrota de los países asiáticos, de Brasil y Rusia. Con un optimismo casi demencial apoyaron nada menos que un plan destinado a convertir a la URSS, en 500 días, en una economía de mercado. El resultado ha sido un cataclismo de exclusión social y el nacimiento del primer mode1o mundial de cleptoeconomía de mercado. El irrealismo ideológico de los expertos del Banco Mundial, del FMI, no los hace ni siquiera percibir la pobreza ni la delincuencia vecina a sus propias oficinas en Washington, causada, precisamente, por un modelo muy semejante al que ellos recomiendan por todo el mundo. La verdad es que si se quiere tener una idea de lo que está pasando en el mundo, es recomendable viajar más y leer menos los informes del Banco Mundial y del FMI.

En las calles de África, Asia y América Latina se puede verificar que la mayoría de la población está dejando de ser campesina, pero no por ello se está convirtiendo en una amplia clase media burguesa consciente de sus deberes ciudadanos y de sus derechos democráticos, como paso en Europa y los Estados Unidos. Más bien, una gran parte de la población está viviendo bajo la línea de pobreza de un dólar diario y otra gran mayoría son pobladores urbanos de bajos ingresos en semibarbarie cívica. En la mayoría de estos países no está surgiendo un capitalismo democrático unido a una modernización de la producción, sino un capitalismo atrasado, rústico y democracias de baja intensidad, a veces grotescas, ancladas en una producción primaria y poco transformada, donde no existe imperio de la ley, ni respeto alas instituciones y menos sociedad civil.

Los gurús del mito del desarrollo, que todo lo miden, tienen una visión casi cuantitativa del mundo. Ignoran los procesos cualitativos histórico-culturales, el progreso no lineal de la sociedad, los enfoques éticos y hasta prescinden de los impactos ecológicos. Confunden crecimiento económico con el desarrollo de una modernidad capitalista que no existe en los países pobres. Con una visión como esta, solo perciben epifenómenos económicos, como el crecimiento del PNB, el comportamiento de las exportaciones o la marcha del mercado bursátil, pero no perciben las profundas disfunciones cualitativas estructurales, culturales, sociales y ecológicas que hacen probable la inviabilidad de los cuasi Estados-Naciones subdesarrollados en este siglo.

Para percibir ella, es necesario tener una visión cultural-histórica de las sociedades subdesarrolladas y así conocer las causas profundas que influencian su atraso científico-tecnológico y al mismo tiempo conocer la disponibilidad futura que tienen de agua, alimentos y energía, que son los recursos físicos mínimos indispensables para que tengan cohesión nacional y vida civilizada frente al gran crecimiento de su población urbana. Sólo una visión de esta naturaleza permite entonces detectar los virus de inviabilidad que infectan hay a muchos de estos países, mal llamados "en desarrollo".

ECONOMÍAS NACIONALES INVIABLES (ENIs)

Hoy, el porvenir de las naciones depende cada vez más del conocimiento y de la información científico-tecnológica, es decir, del número de científicos e ingenieros con que cuentan, de los gastos en Research and Development (investigación científico-tecnológica) y de la producción de software. Los países subdesarrollados, que constituyen el 75% de la humanidad (4,800 millones de habitantes), tienen sólo el 7% del total mundial de científicos e ingenieros, efectúan menos del 2% de la inversión mundial en Research and Development y sólo producen el 3% del software. Estos cálculos del atraso son inclusive generosos, porque, en la realidad, la mitad de este irrisorio arsenal científico-tecnológico se encuentra concentrado tan sólo en un puñado de países como Singapur, Hong Kong, Malasia, Taiwán, China, India, y en menor grado en Brasil. Todos los demás están en la más completa desolación científico-tecnológica, desolación que los irá desinsertando de una economía global que demanda cada vez más manufacturas y servicios de muy alto contenido tecnológico

Entonces, el principal virus que infecta cada vez más de inviabilidad económica a la gran mayoría de los mal llamados países en desarrollo se llama miseria científico-tecno1ogica. En efecto, hoy la demanda mundial de productos con alta tecnología y servicios aumenta 15% anual, mientras que la de las materias primas no llega al 3%, y la de los productos poco transformados no pasa el 4% anual. Según el Banco Mundial, los precios reales de las materias primas, que ya se han desplomado por debajo de los precios que tenían durante la depresión de 1932, seguirán declinando hasta bien entrado el siglo XXI.

El problema es aún más complicado, porque no solamente los precios de las materias primas se mantendrán inestables y poco remunerativos, sino también pasará lo mismo con los precios de los productos manufacturados con poca o mediana intensidad tecnológica. Estudios recientes de la UNCTAD confirman que los precios de estos productos manufacturados, como los textiles, vestidos, productos de madera, químicos, maquinarias, equipo de transporte, exportados por los países de África, Asia y América Latina, han caído 1% cada año, desde 1970, mostrando también así una tendencia perversa al deterioro de los precios, similar al de las materias primas

Hoy, las ciudades del mundo subdesarrollado explosionan demográficamente, pero la demanda mundial de materia prima exportada por unidad de producción industrial disminuye debido al progreso técnico. Así como decayó el uso internacional del guano, el salitre y el caucho, hay comienzan a usarse menos hierro, plomo, zinc, cobre o estaño por unidad de producción industrial. Los minerales y los metales están siendo sustituidos progresivamente por nuevos materiales creados en laboratorio. Asimismo, las materias primas agrícolas como las fibras de algodón, el yute, el café, el té, el cacao, el azúcar, expanden menos su demanda por la competencia de productos artificiales. Inclusive las manufacturas tecnológicamente poco transformadas, exportadas por los países que inician su industrialización, comienzan a tener precios menos remunerativos que antes.

Cuando el virus de la miseria científico-tecnológica coincide con otro virus de inviabilidad, como es la explosión demográfica urbana, el No desarrollo es casi inevitable, porque los magros ingresos que producirán en el futuro los precios inestables y poco remunerativos de los minerales, metales, productos agrícolas, maderas, textiles y otros productos con poca intensidad tecnológica, no podrán de ninguna manera obtener recursos suficientes en el mercado mundial para crear empleo y satisfacer las necesidades de poblaciones que crecen explosivamente en las ciudades subdesarrolladas.

Casi todos los países con exportaciones de bajo contenido tecnológico duplicarán su población alrededor del año 2020. Esta combinación viral de exportación poco transformada y explosión demográfica es una gran productora de pobreza. Hoy, casi el 50 % de toda la población de los países del África está en situación de pobreza. también, el 40% de la población de los grandes países poblados del Asia del Sur, como la India, Bangladesh, Pakistán y Filipinas. En América Latina, la pobreza afecta a casi el 38% de la población y se concentra sobre todo en los países de Centro América y ciertos países andinos, como Ecuador, Perú, Bolivia. Si no se modernizan las exportaciones con mayor intensidad tecnológica y no disminuye la natalidad en los países subdesarrollados, la pobreza, que afecta ahora a 1,300 millones de personas, afectará, en el año 2020, a cerca de 3 mil millones.

Debido a esta disfunción para obtener recursos del mercado mundial y dirigirlos a sus crecientes poblaciones urbanas, los países no desarrollan y más bien adquieren rasgos de Economías Nacionales Inviables (Enls). Todos los llamados países "en desarrollo" han tenido que sobrevivir casi todo el siglo XX con ayuda internacional, préstamos oficiales y créditos privados internacionales, cayendo constantemente en insolvencias y bancarrotas nacionales. Ahora sobreviven por el momento con privatizaciones y con muchos capitales volátiles del especulativo mercado financiero globa1.

Uno de los ejemplos más ilustrativos de rasgos de ENls (economías nacionales inviables) es la historia económica de la mayoría de los países de América Latina. Durante todo el siglo, los no duraderos booms de la región se debieron fundamentalmente a dos hechos: el alza temporal de los precios de ciertos productos primarios y la coincidencia de esta alza con un periodo de gran oferta de capital y crédito extranjero que permitió préstamos e inversiones que luego cesaron.

En 1920, la gran liquidez mundial creada por las reparaciones de guerra de Alemania y la abundancia de capital Americano logro varios "milagros" en América Latina, que terminaron en el colapso de 1930. La segunda guerra mundial, la reconstrucción de Europa y la guerra de Corea permitieron precios remunerativos para las materias primas y una oferta de inversiones extranjeras que permitieron nuevamente un periodo de expansión que terminó con crisis y nuevas recesiones a fines de los años sesenta. En los años setenta, otra alza de liquidez y oferta de capital creadas por el reciclaje de los petrodólares permitió mantener las economías con préstamos de los bancos privados. Todo terminó en la catastrófica crisis de la deuda y con la insolvencia de las economías latino Americanas. A fines del siglo XX, la desregularización global de los mercados financieros y el surgimiento de un casino capitalista global han permitido también milagrosas recuperaciones con inversiones a corto plazo, basadas en la especulación y en privatizaciones. Cuando pase esta etapa de borrachera con la actual liquidez financiera, las economías tecnológicamente atrasadas de la mayoría de los países de América Latina y de otros países subdesarrollados se volverán a deprimir bajo la presión de la explosión urbana

Las ENIs son una de las causas fundamentales de la desintegración social y a veces del colapso de Estados-Naciones subdesarrollados. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la inviabilidad económica no llega necesariamente a causar una crisis terminal del Estado-Nación, como las enfermedades mortales en los seres vivos. Estas economías inviables pueden mantenerse por decenios dentro de una situación estabilizada (no desarrollo) caracterizada por una secuencia histórica de crisis y milagrosas recuperaciones, sin que por ello los virus de inviabilidad desaparezcan y disminuya notablemente la pobreza nacional.

Esta situación de inviabilidad estabilizada, donde no disminuye notablemente la pobreza y tampoco colapsa el Estado-Nación, se debe a temporales bonanzas que no modernizan la economía, como pueden ser una alza coyuntural de los precios de algún producto primario de exportación, nuevas exportaciones poco transformadas como la maquila, inversiones del narcotráfico, remisiones de nacionales emigrados, inversiones especulativas a corto plazo, recursos de privatizaciones o rescates financieros del FMI o de consorcios de potencias industrializadas que no quieren la desintegración socio-política de ciertos países porque puede afectar sus intereses nacionales.

Dentro de esta situación de inviabilidad económica estabilizada, el PNB de un país subdesarrollado puede registrar crecimientos milagrosos, pero no duraderos, que confunden y crean euforia porque se cree que el país al fin "despega" como un "newly industrialized country" (NIC) que se convierte en un nuevo "tigre" que depredará en el mercado mundial. Un turista en algún lujoso hotel ubicado en los escasos ghettos de altos ingresos de uno de estos países podrá notar buenos restaurantes, autos nuevos, centros comerciales repletos de productos y artefactos de consumo extranjeros, al irse del país, estará convencido de que el país que visitó está en un proceso acelerado de desarrollo. Esta ilusión es además fortalecida por cierta prensa nacional e internacional que es proclive a destacar historias económicas "milagrosas".

Estos crecimientos económicos no significan el desarrollo sostenido de una moderna y competitiva economía capitalista porque no hay incremento del contenido tecnológico en la inserción con la economía global. No son el producto de una masa critica de inversiones nacionales y transnacionales productivas que creen empleo y provoquen un proceso de modernización, sino, más bien, el producto de flujos financieros especulativos globales muy volátiles que pueden salir en estampida, como pasó en México, Tailandia, Indonesia o Filipinas, y causar enormes costos sociales que no disminuyen la pobreza.

Al final de cuentas, pasados estos ciclos de estabilidad y de crecimiento precario, lo único que se desarrolla en el transcurso de los años en los países con economías estabilizadas en la inviabilidad es el crecimiento de la pob1ación con bajos ingresos. La mejor manera de reconocer si un país tiene síntomas de inviabilidad económica no es observar temporales crecimientos de su PNB, sino observar si la investigación científico-tecnológica se incrementa, si las exportaciones se modernizan, si los ingresos personales aumentan y si 1a pobreza nacional comienza a disminuir de manera importante, sin pausa, año tras año.

El Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD 2000 señala que durante los últimos 23 años (1975-1998) los ingresos personales en América Latina sólo han crecido como promedio un 1,2%. El único país de la región con un crecimiento per cápita promedio mucho mayor que el crecimiento de su población fue Chile, que creció a un 4,2%. Es decir, en casi el resto de América Latina lo único que ha crecido ha sido la población. La situación en África es aún más catastrófica: casi todo el continente ha registrado un promedio de crecimiento cero de la renta per capita, y en muchos países hay una regresión de los ingresos personales. Lo mismo sucede en una mayoría de países de Asia del Sur. En estos últimos 23 años, los únicos países donde ha disminuido notablemente la pobreza son Hong Kong, Singapur, Corea del Sur, Taiwán y China, donde se ha registrado un incremento de la renta personal de casi el 7% promedio, sin interrupción.

En el informe citado se señala también que en más de 130 países llamados en desarrollo la renta per capita ha descendido o ha crecido igual o por debajo del crecimiento de la población. Este proceso de inviabilidad económica hace que la gran mayoría de los países subdesarrollados, al ingresar al siglo XXI, tengan entre el 80 y el 40% de su población viviendo con menos de 2 dólares diarios, y a su pequeña clase media luchando para no empobrecerse. Sólo una minúscula minoría vive con patrones de consumo y niveles de vida semejantes a los de los países industrializados. En los países con economías inviables, la mayoría de la población vive en el infierno, una pequeña clase media en el purgatorio y solo un puñado en el paraíso de la economía de consumo y gratificación instantánea.

Hoy, a finales de siglo, existen ya países afroasiáticos que tienen todas las características de economías Nacionales lnviables(ENls) y están siendo marginados del mapa de la globalización por el proceso se1ectivo del mercado y la tecnología. En esta situación estarían la mayor parte de los países del África Subsahariana como Angola, Burkina Faso, Burundi, Camerún, El Congo (ex-Zaire), Costa de Marfil, Chad, Etiopia, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Lesotho, Liberia, Madagascar, Malawi, Mali, Mauritania, Mozambique, Niger, Nigeria, República CentroÁfricana, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda, Zambia y Zimbabwe. En Asia sucede igual con Afganistán, Bangladesh, Buthan, Camboya, Nepal, Myanmar (Birmania), Yemen. En América Latina la única economía con claros signos de inviabilidad es hasta ahora Haití. Sin embargo, como veremos más adelante, síntomas de inviabilidad comienzan a aparecer también en las economías de países de América Central y de la región Andina

Las economías de todos estos países afroasiáticos no tienen ni asomo de modernización tecnológica en sus exportaciones y casi no reciben inversión transnacional productiva. Casi la mayoría son monoproductores o dependen de las exportaciones de unos pocas productos primarios con precios inestables. Sus poblaciones crecen a la altísima tasa anual de 3%. Se duplicarán en el año 2015, mientras que su producción de alimentos disminuye. Las poblaciones tienen cada vez menos seguridad alimentaria. Las importaciones de alimentos se sitúan entre el 25% Y el 80% de sus importaciones totales. Gran parte de ellos no tienen seguridad energética; el acceso a la energía, que en un país NIC es de 1,000 Kg de petróleo per cápita, en muchos de estos países es de sólo 120 Kg. Esta falta de acceso a la energía hace que se recurra a la leña, causando una gran desforestación que erosiona el suelo y produce una baja de la producción de alimentos. Las importaciones promedio de energía equivalen al 22% de sus importaciones totales. Asimismo, carecen de seguridad hídrica; más del 70% de la población carece de agua potable y saneamiento. Todos estos países tienen entre el 50% y 80% de la población en la pobreza, razón por la que no pueden tener una economía de mercado nacional, y para subsistir tienen que depender de una ayuda internacional promedio que equivale a más de 90 dó1ares per cápita. Además, un importante grupo de ellos sufre constante desgobiemo por la lucha entre facciones étnicas, religiosas y políticas enemigas, como Costa de Marfil, Guinea Bissau, Mauritania, Myanmar, Senegal y Uganda, o sufren luchas armadas de desintegración nacional como Afganistán, Angola, Burundi, E1 Congo (ex Zaire), Liberia, Sierra Leona, Somalia y Sudán

Al lado de este grupo de países afroasiáticos existe otro grupo de países subdesarrollados de América Latina, Asia y el Medio Oriente cuyas economías están incubando síntomas similares de inviabilidad y no desarrollo y corren también el riesgo de que la mayoría de su población se vaya marginalizando de la moderna economía global durante el siglo XXI. En este segundo grupo se encuentran países como Argelia, Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, Egipto, E1 Salvador, Filipinas, Guatemala, Guyana, Honduras, India, Jordania, Jamaica, Marruecos, Nicaragua, Pakistán, Paraguay, Perú, República Dominicana, Siria, Sri Lanka, Túnez.

Estas economías también exportan mayormente materias primas y productos manufacturados con poca intensidad tecnológica, cuya demanda mundial no aumenta de manera importante y cuyos precios poco remunerativos no podrán proporcionarles recursos suficientes para superar su gran pobreza. Tampoco estos países, como los afroasiáticos del primer grupo, reciben una masa crítica de inversiones transnacionales productivas que sirvan para modernizar sus exportaciones y comenzar a tener ventajas competitivas en la economía global. Algunos de ellos, además, tienen grupos armados subversivos, como India, Argelia, Filipinas y Pakistán, o sufren cruentas y largas guerras civiles, como Colombia y Sri Lanka.

Este segundo grupo de países de América Latina, Asia y el Medio Oriente se caracteriza, con la excepción de Cuba, por una explosión demográfica urbana alta. El crecimiento anual de la población urbana pasa del 2,5% al año. Todos estos países casi duplicarán su población en el año 2025. Muchos de ellos tendrán bastantes ciudades que pasen el millón o dos millones de habitantes, y algunos de ellos, en el año 2010, tendrán megalópolis de más de 10 millones de habitantes, como será el caso de Bogota, Bombay, Cairo, Karachi, Lima y Manila

También una mayoría comienza a perder seguridad alimentaria; muchos ya dependen de la ayuda alimentaria internacional para cubrir el déficit en cereales y proteínas de su población, como son los casos de Bolivia, Cuba, Colombia, Egipto, Jordania, Perú, Pakistán y toda América Central. Asimismo, como en el caso de las economías afroasiáticas del primer grupo, estas economías comienzan a perder seguridad energética. La gran mayoría de estos países importará cada vez más petróleo, y tienen un consumo per capita de energía muy modesto. Sólo el Ecuador y Argelia exportan petróleo y gas, pero su seguridad energética esta también amenazada en el futuro por el alto crecimiento de sus poblaciones urbanas. Muchos de estos países también comienzan a tener una seria escasez de agua debido a la explosión urbana. La pobreza en estos países, si bien es menor que la de los países Áfricanos y asiáticos del primer grupo, no deja de ser alta, porque involucra el 30 y más del 40 por ciento de la poblacion. En consecuencia, debido a que una gran parte de la población es pobre y tiene ingresos menores a de 2 dólares diarios, estos países carecen de una genuina economía de mercado de dimensión nacional. Para subsistir también dependen de una ayuda extranjera alta, cuyo promedio equivale a 50 dólares per cápita

Aunque no existen estadísticas internacionales macroeconómicas sobre Cuba, este país es un caso especial dentro de este grupo porque, según el Índice de Pobreza Humana de los Informes de Desarrollo Humano del PNUD, Cuba no tiene ni por asomo la pobreza de los demás países de su grupo. Tiene además, según estos Informes del PNUD, la ventaja de no tener la explosión demográfica urbana de los otros países subdesarrollados, aunque tiene la más alta tasa de suicidios entre ellos. La economía cubana no es una economía de mercado pobre sin consumidores, como la de los demás países de su grupo, pero si es una economía de planificación de la escasez, que origina otro tipo de precariedad humana, de la cual el Gobierno de Cuba culpa al bloqueo norte américano. Esto debe de ser cierto, pero asimismo es cierto que este tipo de escasez planificada también existía en la Unión Soviética y en todos los demás países socialistas de Europa del Este. En todo caso, a pesar de toda esta especificidad, Cuba pertenece a este grupo fundamentalmente por su atraso tecnológico, por su exportación en su mayor parte primaria y con poco contenido tecnólogico, por su falta de seguridad energética, alimentaria y por su bajo consumo de agua per cápita

En este segundo grupo de países subdesarrollados que incuban virus de inviabilidad, la región andina es un caso preocupante por haberse convertido en una verdadera zona de No-desarrollo. En efecto, en los últimos 23 años (1975-1998) la pobreza, la mala distribución del ingreso y el crecimiento de la población han marchado de la mano en Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Durante todo ese período, la renta per capita promedio de Bolivia fue negativa: -0,2%; en Colombia la renta promedio creció tan sólo 1,7%; en el Ecuador creció sólo 0,8%; en el Perú fue negativa: -0,4%; y en Venezuela también fue negativa: -0,8% 11 10 .

Al mismo tiempo, la población de todos estos países andinos creció más que el ingreso personal, con tasas altas de más del 2% anual, y se urbanizó en medio de una peligrosa desigualdad social. Hoy, todos estos países tienen entre el 30% y 50% de su población, la mayoría urbana, viviendo con sólo 2 dólares diarios, y entre un 11% y 15% viviendo con 1 dólar diario. La desigualdad de los ingresos hace que el 20% de la población más rica acapare entre el 48% y el 60% de todo el ingreso y consumo nacional, frente al 20% más pobre que tiene tan sólo entre e1 3% y 5% 12.

Colombia se está convirtiendo en una entidad caótica ingobernable, su territorio se lo disputan guerrillas, paramilitares y el estado. Ecuador ha probado su ingobernabilidad con cinco gobiernos en poco tiempo y con el surgimiento de una gran reivindicación indígena. El Perú, después de diez años de gobierno autoritario y mafioso de Fujimori y Montesinos, ha quedado devastado institucional, moral y económicamente. En Bolivia la agitación social se está agudizando, y Venezuela se ha embarcado en una desconstrucción institucional llamada Republica Bolivariana que nadie sabe a ciencia cierta que es y a donde va.

Venezuela es, tal vez, uno de los casos más destacados de No desarrollo en el mundo. El estado venezolano recibió, entre 1976 y 1995, cerca de 270 mil millones de dólares por la venta de su petróleo. Si se compara esta suma con los 13 mil millones de dólares del Plan Marshall, este país, menos poblado que Europa Occidental, ha tenido recursos extemos equivalente a 20 Planes Marshalls. A pesar de estos astronómicos ingresos, los venezolanos, en los últimos 22 años, han disminuido su ingreso promedio per capita en menos 0.8%, caso único en el mundo, solo igual al de Albania, que también disminuyo su ingreso en menos 0.8% en el mismo periodo. Hoy, el 36% de los venezolanos vive con 2 dólares diarios, y un 15% de ellos con 1 dólar diario. El 20% de los más ricos goza del 53% de todo el ingreso y consumo nacional, mientras que el 20% más pobre tiene sólo el 3,7%. Los venezolanos consumen sólo 2,300 calorías per capita, igual que los peruanos y sólo superior al consumo de los bolivianos y haitianos. Rara vez se ha visto un país tan opulento precipitarse en el No desarrollo 13.

La existencia de estos dos grupos de países de África, Asia, CentroAmérica, El Caribe, la Región Andina y el Medio Oriente, que están incubando síntomas de inviabilidad económica, no quiere decir que los demás países subdesarrollados, no inc1uidos en estos dos grupos, están en el mejor de los mundos y que su destino manifiesto es ser como Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong o Singapur. En efecto, existe la percepción equivocada, por ejemplo, de que Argentina, Brasil, México, Chile, Indonesia y Tailandia son países que están logrando convertirse en "Newly Industralized Countries" (NICs), pero esto no es cierto. Estos países subdesarrollados están lejos de estar en la vía de convertirse en genuinos NICs, debido a los modestos crecimientos de sus ingresos per capita, a su abismal distribución de los ingresos, a sus índices de pobreza y, sobre todo, a su atraso tecnológico, que se refleja en que el grueso de sus exportaciones son productos primarios y manufacturas de bajo contenido tecnológico.

Argentina, que después de la segunda guerra mundial tenía un ingreso y una calidad de vida superior a muchos países europeos, y que hoy debería exhibir un nivel de desarrollo al menos similar al del Canadá, Australia o Nueva Zelandia, es un caso curioso de precipitación en el no-desarrollo. En 23 años (1975-1998), el PNB por habitante de la Argentina sólo creció un promedio de 0,6%, y este país tiene ahora el 25,5% de su población bajo la línea de pobreza nacional, viviendo con menos de 2 dólares diarios. Una tercera parte de su población carece de acceso seguro al agua y está hacinada en un medio habitacional deplorable. Argentina tiene además una tasa de mortalidad infantil de 21 por mil nacimientos, mayor que la de Chile, Costa Rica, Uruguay, Cuba, Panamá, Jamaica, Oman y Sri Lanka. Sus exportaciones son en gran parte primarias y de manufacturas no competitivas por su bajo contenido tecnológico. Argentina comienza así el siglo XXI, empobrecida 14.

El Brasil, que era vaticinado durante el siglo XX como un nuevo miembro de la aristocracia mundial de las Grandes Potencias, tiene hay uno de los índices de pobreza humana más altos de SudAmérica, sólo superior al de Bolivia, Paraguay y Perú. En 23 años (1975-1998) el promedio de la renta per capita de los brasileños sólo ha crecido 1,2%, pero el record más notorio del impase del desarrollo en el Brasil es su desigualdad social. En efecto, el Brasil figura como el campeón mundial de la desigualdad social. El 20% de los brasileños más ricas acapara el 63,8% de todo el ingreso y el consumo nacional, mientras que el 20% más pobre tiene solo el 2,5%. Según el Banco Mundial, ningún país en el mundo supera tamaña desigualdad. A todo ello se suma que Brasil tiene la más alta tasa de analfabetismo y la tercera tasa de mortalidad infantil en Sudamérica. Además, un 30% de su población carece de agua potable y saneamiento. Con estos índices es muy difícil aceptar que el Brasil se encuentra en un franco proceso de desarrollo nacional15.

Chile, con su crecimiento sostenido del PNB, es un logro destacado dentro de este entorno de rAquítismo económico social latinoAméricano, pero no constituye, de ninguna manera, un proceso de desarrollo hacia un Newly Industralized Country (NIC). Este crecimiento se ha hecho sin desarrollo científico-tecnológico y con gran desigualdad social. Chile sigue siendo un país tecnológicamente atrasado, básicamente exportador de productos primarios y de manufacturas de bajo contenido tecnológico, y muchas de estas exportaciones se han logrado con un alto costo ecológico. Además, Chile es hoy, nada menos que con Guatemala, el tercer país en el mundo con mayor desigualdad social, después del Brasil y Sudáfrica. El 20% de los chilenos más ricos tiene el 61 % de todo el ingreso y el consumo, mientras que el 20% más pobre tan solo accede al 3,5%. También, el 21% de la población chilena está en la pobreza, viviendo con menos de 2 dólares diarios, y casi el 5% viviendo con menos de un dólar diario. Aunado de ello, tiene un movimiento reivindicativo indígena Mapuche que esta fortaleciéndose. A pesar del crecimiento de su producción, Chile es, por su desigualdad social, su porcentaje de pobreza y por su poco desarrollo tecnológico, un país que está bastante lejos de un NIC asiático y muy cerca de las estructuras económicas latinoAméricanas tradicionales de exportación primaria y gran desigualdad social 16.

México, otro país que se pensaba se desarrollaría durante el siglo XX, ha tenido también durante 22 años (1975-1997) un promedio de crecimiento de la renta per capita de tan solo 0,9%. Al lado de este bajo crecimiento de los ingresos de los mexicanos, México es, además, el cuarto país en el mundo con mayor desigualdad social, después de Brasil, Guatemala, Chile y Sudáfrica. El 20% de los mexicanos más ricos acapara el 58,2% de todo el ingreso y consumo nacional, mientras que el 20% más pobre tiene tan sólo el 3,6%. El 44,5% de los mexicanos vive con menos de 2 dólares diarios, y de ellos, el 17,9% vive con menos de 1 dólar diario. México tiene además dos grandes grupos de ciudadanos: los que viven conectados a la economía de los Estados Unidos porque han emigrado o viven del dinámico sector exportador propulsado por NAFTA (gran parte maquila), y los que están marginados de esta conexión y dependen de lo que pueda hacer el gobierno mexicano para aliviar su situación social. Al comenzar el siglo XXI, México, sin revolución tecnológica, con mucha maquila, con poco crecimiento de los ingresos personales, con considerable pobreza, grandes desigualdades sociales y con dos movimientos insurgentes, no ha encontrado todavía la pista que Ie permita llegar al El Dorado 17.

Lo cierto es que en Latinoamérica no nacen "Tigres" y que en Asia ya no se reproducen. Indonesia y Tailandia, considerados muchas veces en la prensa como y posibles "nuevos NICs asiáticos", están 1ejos de serlo. Ambos países, aunque tienen menos diferencias entre la población más rica y más pobre que los países de América Latina, tienen tasas de pobreza mucho más altas que todos los países sudAméricanos y México. Indonesia está sufriendo luchas intestinas que pueden terminar en un proceso de desintegración nacional. Hoy tiene al 86% de su poblaci6n viviendo con 2 dólares diarios, su desarrollo tecnológico es bajo y sus exportaciones, salvo el petróleo, no son competitivas. En el caso de Tailandia, este país tiene casi el 30% de su población viviendo con 2 dólares diarios, y si bien sus exportaciones de manufacturas han crecido notablemente, la mayor parte de ellas no tienen alto contenido tecnológico como para ser considerado como un nuevo NIC asiatico 18.

Tampoco se puede asegurar que megapaíses como la China y la India lograrán reducir su enorme pobreza y elevar su bajo desarrollo humano hasta tener un nivel de vida por lo menos cercano al de los actuales países industrializados. Si bien estos países tienen grandes economías, tienen también colosales problemas sociales y ecológicos. Estos gigantes esán sufriendo un proceso de explosión urbana con un modelo de producción y de hábitos de consumo insustentables que hacen cada vez más presión sobre el medio ambiente y sobre la disponibilidad de recursos cruciales para la vida, como los alimentos, la energía y el agua. En la China y la India se ubicarán las principales megálopolis del planeta en el siglo XXI. Esta mega urbanización hará que ambos países se conviertan en unos verdaderos gargantúas de energia, alimentos y agua, tres recursos que comienzan a faltarles. ¿Cómo podrán estos países resolver esta contradicción entre recursos vitales y su explosiva urbanizacion? Nadie lo puede saber. En todo caso, no será nada facil.

EL NO-DESARROLLO

A fines del siglo XX, la comunidad internacional está integrada en su mayor parte por proyectos nacionales no realizados, por cuasi Estados-Naciones con economías estabilizadas en la inviabilidad, es decir, en el No-desarrollo. Esta realidad mundial devalúa las innumerables teorías sobre el desarrollo que estuvieron muy de moda durante la segunda mitad del siglo XX, y, además, demuestra que replicar el Estado-Nación democratico, capitalista e industrializado es extremadamente difícil.

Después de 200 años del surgimiento del Estado-Nación democrático, capitalista, industrializado, y de más de 40 años de reinado del mito del desarrollo, la realidad demuestra que la regla es el no-desarrollo de más de 150 países, y que la excepción la constituyen 4 Newly Industrialized Countries (NICS): Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong. Si analizamos con más detalle este resultado histórico, veremos que, al final de cuentas, durante casi toda la mitad del sigIo XX, sólo se han podido desarrollar como países capitalistas modernos dos pequeños Estados-Naciones, Corea del Sur y Taiwán, y dos Ciudades-Estados, Singapur y Hong Kong, los cuales tan solo representan el 2% de la población del mal llamado "mundo en desarrollo" 19.

Estos son los únicos cuatro casos en que se puede decir que ha habido una réplica comparable a lo que aconteció en las potencias industrializadas capitalistas hace unos 150 años, es decir, una transformación productiva tecnológica y una conversión alta de pobres en una c1ase media. Sin embargo, estos NICs no tienen todavía los altos ingresos ni el desarrollo científico cultural ni, menos aún, la institucionalidad democrática y el desarrollo de la sociedad civil de Europa o los Estados Unidos.

El surgimiento de este pequeño archipielago de capitalismo casi desarrollado, integrado por los únicos 4 NICs del sudeste asiatico, Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, no es hoy repetible en el oceano del subdesarrollo mundial conformado por las poblaciones pobres y de bajos ingresos de África, Asia y América Latina, porque no existe un contexto estratégico mundial similar. En los años setenta, la guerra fría significaba conflicto armado de alta intensidad en Asia. Después de la guerra de Corea, la amenaza de expansión chino-soviética era tangible en Vietnam. Los Estados Unidos y el Japón se vieron obligados a reforzar las economías de Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong como bastiones por a la contención del comunismo y evitar un efecto dominó en toda Asia. Se realizaron entonces enormes inversiones y créditos internacionales, y sobre todo se permitió -algo que hay es tabú- un capitalismo apoyado por el Estado, para proteger y orientar empresas privadas hacia la exportación. Estos cuatro países recibieron además una gran inversión del Japón, que durante la Guerra Fría se ahorro una costosa carrera armamentista por estar protegido por los Estados Unidos.

La situación es hoy diferente. La finalización de la Guerra Fría y de la amenaza comunista ha terminado con las posibilidades estratégicas de muchos países pobres para atraer capital y más bien ha hecho predominar un capitalismo global ultraliberal que no permite la acción gerencial del Estado para apoyar las ventajas competitivas que podría tener el capitalismo nacional. Por otro lado, los precios reales de las materias primas y de los productos manufacturados con poca intensidad tecnológica, como los que exportaron en su comienzo los NICS del Sudeste asiático, se han deteriorado en relación con los precios de los años sesenta. Es decir, ya no se puede ser competitivo con manufacturas de baja intensidad tecnológica como lo eran los NICs en los años setenta.

Además, será difícil que los países de América Latina, Asia y África reciban un tsunami de capital extranjero dirigido a actividades productivas exportadoras como los NICs asiáticos hace 20 años, porque, como lo ha probado la reciente crisis del Asia, el mercado financiero mundial es hoy un verdadero casino especulativo y existe muy poco capital transnacional disponible para inversiones productivas que modernicen las exportaciones y creen empleo. La misma inversión extranjera que décadas atrás permitió crear factorias y una gran plataforma exportadora en el Asia, se volvió tan especulativa que inclusive llevo a la bancarrota a un NIC como Corea del Sur y a otros países asiáticos llamados emergentes como Tailandia e Indonesia 20.

A pesar de la alta intensidad especulativa de la economía global y de la baja intensidad democrática vigente en la mayoría de los países subdesarrollados, en muchos dirigentes del Grupo de los 7 y en las tecnocracias internacionales prevalece la convicción de que un proceso de capitalismo moderno puede emerger en los países atrasados y pobres solo liberalizando, desregularizando y privatizando sus economías inviables. No se percibe que el capitalismo moderno no puede surgir con exportaciones primarias, con manufacturas poco transformadas, sin inversiones transnacionales productivas que rompan el gran atraso tecnológico, y sobre todo sin verdaderas democracias que fomenten el imperio de las instituciones y la vigencia de una sociedad civil.

Querer insertarse eficientemente en la economía global como un país moderno capitalista solo liberalizando, desregularizando y privatizando la economía, manteniendo exportaciones con bajo contenido tecnológico y regimenes autoritarios o democracias de muy baja intensidad, es como comprarse una computadora sin el software adecuado. Los países de América Latina, Asia y África podrán liberalizar, desregularizar y privatizar, pero esto por si solo, sin modernización tecnológica de las exportaciones y sin instituciones democráticas sólidas, jamás podrá crear una genuina economía y democracia capitalista moderna. Con Gobiernos que solo son elegidos pero no son democráticos, que no se dejan fiscalizar por poderes judiciales y parlamentos autónomos, el resultado será un capitalismo salvaje vacío de democracia, alimentado por capitales especulativos, plagado de favores políticos y de cleptocapitalistas. Podrá crecer el PNB, pero no habrá prosperidad nacional.

A fines de siglo, la mayoría de los llamados países en desarrollo se encuentran en el No-desarrollo, a merced de un mercado global que va prescindiendo de las únicas ventajas comparativas que los hacían viables: abundante mano de obra barata y materias primas. Hoy, la revolución tecnológica, impulsada por una intensa competencia económica global, funciona como una selección natural, descartando miles de trabajadores no capacitados y toneladas de materias primas. Es más, esta selección por el mercado y la tecnología, inclusive, comienza ahora a descartar también con bajos precios las manufacturas con poca intensidad tecnológica, que son producidas con abundante mana de obra y que constituyen el primer escalón de industrialización de los países pobres.

La única manera de que estos países no sufran la selección natural por la tecnología y el mercado y se vuelvan económicamente inviables, seria modernizar aceleradamente su producción y comenzar también a exportar manufacturas y servicios con cada vez mayor contenido tecnológico. Tendrán que zafarse de la trampa de la venta exclusiva de minerales, productos agrícolas, maderas, cueros, bebidas, textiles, y comenzar también a exportar otros productos más sofisticados, como aparatos electrónicos, semiconductores, biotecnología, farmaceuticos, petroquímica y, sobre todo, software y partes para las industrias transnacionales de las telecomunicaciones, transportes y aeroespacial. Además, deberán invertir en servicios nacionales más competitivos, en modernas infraestructuras y, sobre todo, en investigación y desarrollo científico-tecnológico.

Esta modernización no se podrá hacer con capital nacional, que es totalmente insuficiente, y con recursos científico-tecnológicos domésticos, que son inexistentes. Se necesitará una masa crítica en inversiones y tecnologías transnacionales que los especialistas estiman en, por lo menos, unos 300 billones de dólares anuales 21. Las posibilidades de recibir esta masa crítica de inversión directa de empresas transnacionales para modernizar las economías atrasadas son totalmente escasas. Las nuevas y modernas inversiones transnacionales en industrias y servicios son extremadamente selectas, se reproducen dentro de un círculo virtuoso, se dirigen siempre a países que tienen un alto desarrollo económico y tecnológico. Es por ello que casi e1 70 por ciento de la inversión transnacional productiva se sigue concentrando en 1a TRlADA (EE.UU., Unión Europea y el Japón).

Inclusive en el hipotético caso de que viniera esta masa crítica de inversión transnacional y comenzara a producirse la sonada modernización de la producción y de las exportaciones, este proceso industrial, para ser competitivo globalmente, tendría que emplear modernas tecnologías -poco intensivas en mana de obra- que difícilmente podrían dar empleo a los casi 30 millones de personas poco capacitadas que buscan empleo en las grandes ciudades del África, Asia y América Latina. Además, si los países se industrializan reproduciendo los patrones de producción y consumo del actual modelo de crecimiento, que utiliza intensamente hidrocarburos y e1 medio ambiente como una materia prima, el costo ecológico sería catastrófico, se produciría una gran contaminación de tierras, ríos, mares, lagos, y también una emisión de gases que afectaria aún más el clima del planeta. Para muestra están los países del Asia-Pacífico, que han sido los que recibieron la mayor parte de las pocas inversiones productivas en el mundo subdesarrollado entre 1970-1990. Estos países producirán en e1 año 2020, ellos solos, la tercera parte de las emisiones mundiales de gases hacia la atmósfera. ¿Qué pasaría si todos los países pobres, China e India, asumen los actuales mode1os de producción y consumo globales?

Finalmente, buscar el famoso El Dorado del desarrollo con economías orientadas hacia la exportación tiene sus limitaciones. Estos modelos solo funcionan cuando el número de jugadores mundiales es limitado, como fue el caso de Corea del Sur, Taiwán o Hong Kong. En cambio, si todo el mundo, incluyendo mega países como la India, China o Brasil, quiere jugar al juego de los tigres exportadores, nadie gana. ¿Cómo podría cada país del mundo hacer crecer sus exportaciones en casi 20% anual, cuando la economía mundial crece menos del 4% al año?

Todos estos desafíos hacen cada vez más difícil salir del No-desarrollo nacional. Hace algunos años colapsaron los modelos de no-desarrollo estatistas y comunistas. Hoy se está desvirtuando el modelo global neoliberal. Sus patrones globales e irracionales de producción y consumo están desintegrando sistemas ecológicos enteros y creando exclusión social El casino financiero planetario ha llevado a la bancarrota inclusive a economías emergentes, y el uso de las modernas tecnologías está haciendo cada vez más dificil crear suficiente emp1eo. Hoy es más importante explorar Marte que acabar con el hambre en la Tierra. El desarrollo de la ciencia y tecnología no marchan unidos con el desarrollo de una conciencia etica que considere a la humanidad como su prioridad. Todo ello está acentuando, aún más, la desigualdad entre las naciones y ha hecho más evidente, a fines de este siglo, lo que Raymond Aron llamó, hace treinta años, "la desilusión del progreso".

¿Será posible, dentro de este contexto, integrar al capitalismo global a la mayoría de la población del Sur? ¿Se logrará que los 4,880 millones de habitantes del mundo subdesarrollado se conviertan en una clase media consumidora global? ¿Se resolverá la dicotomía entre la revolución tecnológica y la explosión demograflca? ¿Podrá la tecnología moderna inventada en el Norte, donde la población no crece y que por lo mismo está destinada a ahorrar labor humana, absorber en los próximos años los millones de jóvenes que ingresan al mercado laboral como consecuencia de la explosión demográfica en los países pobres? ¿Llegará el capital del mercado financiero global, cada vel más especulativo y volátil, a convertirse en un torrente de capital productivo que transforme y modernice la producción y libere de la trampa de la producción primaria a más de 80 países subdesarrollados del Sur? ¿Podrán miles de empresas y más de 4 mil millones de potenciales consumidores de China, India, Asia, América Latina y África urbanizarse, asumir los patrones de consumo de California, que parece ser e1 modelo global de desarrollo, sin aumentar peligrosamente las emisiones de gases, erosionar la tierra agrícola, desforestar, contaminar y depredar ríos, lagos y mares?

La historia nos enseña a ser cautos y a pensar que no será nada fácil que los países mal llamados en desarrollo encuentren El Dorado, como lo hicieron las potencias industriales. En efecto, desde que aparecieron los Estados-Naciones modernos industrializados, hace unos 150 años, han proliferado más de 185 Estados-Naciones. Sin embargo, la ley que ha gobernado esta proliferación de Leviatanes es que la viabilidad económica es inversamente proporcional a la cantidad de Estados-Naciones. A una mayor cantidad de Estados en la comunidad internacional ha correspondido una menor viabilidad para lograr el desarrollo y una gran capacidad para crear pobreza y mantener estabilizado el No-desarrollo.

Los Estados latinoAméricanos nacidos en el siglo XIX fueron perdiendo gradualmente el potencial económico nacional que les dió la abundancia de recursos naturales, hasta convertirse en sociedades subdesarrolladas. Los países latinoAméricanos han sido superados económica y tecnológicamente, a fines del siglo XX, por el Japon, China, India, Malasia, Hong Kong, Singapur, Australia, Corea, Nueva Zelandia y el Canadá, que eran, a comienzos del siglo XIX, raises feudales atrasados o territorios coloniales británicos no muy prósperos. Hace unos 150 años, el paísaje económico y social de América Latina era más cercano a las provincias de Europa, mientras que ahora se asemeja más a las regiónes de Asia y África. Europa eliminó en 100 años grandes porcentajes de su pobreza, mientras que América Latina, con casi 200 años de independencia, sigue creándola.

Sin embargo, el panorama socioeconómico latinoAméricano es celestial si se le compara con África y parte de Asia, donde han emergido cuasi Estados-Naciones con exportaciones primarias y poblaciones que crecen en forma explosiva, fracturadas por diferencias tribales, étnicas, culturales y religiosas, preñados de tradiciones patriarcales y ahora con un fundamentalismo religioso que comienza a rechazar valores que son indispensables para lograr la modernidad. Muchos países Áfricanos y asiáticos nacidos a la independencia ni siquiera se convirtieron en subdesarrollados, como los latinoAméricanos; simplemente nacieron sin viabilidad económica.

La historia muestra que los Estados nacen con mayores posibilidades de subdesarrollarse que desarrollarse. Una suerte de ley histórica perversa ha producido constantemente el nacimiento de criaturas estatales económicamente poco viables, hijas de la libre determinación pero no del progreso político, científico y tecnológico. Desde que la revolución industrial hiciera nacer al moderno Estado-Nación capitalista, hace unos 150 años, la mayoría de la humanidad sigue organizada en cuasi Estados Naciones con tendencias al No-desarrollo. El desarrollo ha probado ser un mito tan fascinante y elusivo como El Dorado.

En el siglo XXI, serán frecuentes los casos de Leviatanes que colapsan en profundas crisis económicas y se recuperan para continuar estabilizados en el No desarrollo, o que terminan por implosionar en la violencia, como ya ha pasado en América Latina, África y Asia. La historia parecería constantemente ajustarles cuentas por no haber realizado la revolución industrial capitalista en el siglo XIX o no haberse insertado a tiempo en su nueva revolución tecnológica de fines del Siglo xx.




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1 Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. Resolución 41/128 de la Asamblea General de Naciones Unidas, 1976

2 PNUD. Informes sobre Desarrollo Humano 1997 y1998

3 Global Outlook 2000 United Nations Publication, 1990

4 UNCTAD.Informe sobre Comercio y Desarrollo 1996 p.146-149

5 Michel Pettits. The Liquidity Trap. Foreign Affairs, Nov-Dec.1996

6 PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2000 y World Bank World Development Report 2000

7 Ibid.

8 Ibid.

9 Ibid

10 Ibid

11 Ibid

12 Ibid

13 Ibid

14 Ibid

15 Ibid

16 Ibid

17 Ibid

18 Ibid

19 Towards the New Millenium. Eric Hobsbawn, The Sunday Review, Octo ber, 1994

20 Capital Wars. Michel Hirsh, Newsweek, 3 October 1994

21 Felix Rohatyn: World Capital: The Need and the Risks The New York Review of Books, July, 1994




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Acerca del autor
Oswaldo de Rivero es Embajador del Perú ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ha representado al Perú como delegado ante la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; también sirvió en Londres, Moscú y ante la Comisión de Derechos Humanos y los organismos internacionales con sede en Ginebra, Suiza. Ha sido presidente de la Conferencia de No Proliferación Nuclear de las Naciones Unidas, Presidente de la Conferencia de Desarme de Naciones Unidas y jefe de la delegación del Perú ante la Ronda Uruguaya de Negociaciones Comericales que creó la Organización Mundial del Comercio (OMC). Cuando era Embajador en Ginebra, Oswaldo de Rivero renunció públicamente a representar a Fujimori por el cese masivo de sus colegas y combatió la dictadura desde las páginas de La República. Fue reintegrado al servicio diplomático por el gobierno que presidió Valentín Paniagua. Es autor de un libro anterior, New Economic Order and International Development law, publicado por Pergamon Press en Oxford. Asimismo ha colaborado en diarios y revistas en el extranjero. La primera edición de El mito del desarrollo fue elogiada internacionalmente.
Le Monde Diplimatique la recomendó como lectura obligatoria, comparable a los interesantes ensayos del fin de siglo: El fin de la historia de Francis Ukuyama y El Choque de las civilizaciones de Samuel Huntington. Debido a su impacto, El mito del desarrollo fue traducido al inglés y recientemente publicado por la editora Zedbooks en Londres, Nueva York Sydney, Ottawa, Nueva Delhi, Kuala Lumpur, y otras ciudades de habla inglesa. El próximo año aparecerá en París la edición francesa. Oswaldo de Rivero está escribiendo actualmente un tercer libro.




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Índice del libro
El mito del desarrollo
Países inviables en el siglo XXI
Oswaldo de Rivero
Fondo de cultura económica, Lima 2001
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Introducción
1 El ocaso del estado nación
2 Poder global y miseria nacional
3 Darwinismo internacional
4 La búsqueda de El Dorado
5 Depredación mundial
6 La supervivencia
Bibliografía
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Abraham Lama cita a Rivero en PERU: Los más pobres entre pobres
The economics of future chaos por O. de Rivero.
Comentario en Le Monde Diplomatique
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Emb. Oswaldo de Rivero, Representante Permanente del Perú ante la ONU, Ext. 201 oderivero en rree.gob.pe